Cinco años y un minuto

Cinco años y un minuto. Ayer me dio por pensar en el tiempo, por su significado, por el valor de cada segundo que nos ha tenido pendidos de un hilo en este último lustro. Algunos hemos pasado por la facultad, otros han dejado de ser niños e incluso han visto cómo la vida les daba un duro golpe. Todo esto ha pasado sin el guiño de nuestro Lega, que andaba a trompicones, algo pachucho y no con muy buena cara.

Ayer en Totana, esa localidad murciana con nombre de la heroica y hazañosa Grecia Antigua, el 'Lega' dio un salto al cielo, a la felicidad, al momento que tanto tiempo se llevaba esperando: la dichosa y ansiada clasificación para el 'play-off', la palabra que más hemos repetido en estos tres últimos meses. Y dio igual que finalmente se empatara (1-1), también dio igual que se consiguiera como cuarto, el fin justificaba los medios, pensaba mi lado más extremista.

Cinco años que se resumen en un sólo minuto en el que rebosaba de felicidad. Parecía un niño, sí, aún no me lo podía creer. Eran las tres menos veinte de la mañana y andaba con la compañía de algún que otro pepinero de pro, de los de corazón y sangre blanquiazul. Butarque era el escenario y justo por detrás, con mis bostezos como banda sonora, apareció un autobús enorme, el más grande que había visto en mi vida.

De él se bajó Javi, me abrazó, también lo hizo Zarandona, que llegó completamente emocionado, cantando las canciones que tanto entona el Núcleo. A su lado Nacho, feliz por el gol, me dio una cocacola, compañera de su viaje, y al fondo Raúl, Quini, Postigo no dejaban de cantar. Esos cinco años merecieron la pena por este sólo minuto, por esos 60 segundos que me han prendido de ilusión. La vuelta a Segunda, ahora sí que sí, está un poquito más cerca...