El Leganés se pone de largo este domingo (20.00 horas) ante el filial del Racing de Santander y lo va a hacer inmerso en las dudas que ha generado la eliminación en la Copa del Rey a las primeras de cambio. La derrota ante el Reus ha dejado dolida a la plantilla que entrena Luis Ángel Duque, que padece síntomas de inseguridad cuando tiene el balón consigo.
El adiós a la Copa, por otra parte, puede ser incluso un acicate para centrarse únicamente en el ascenso de categoría --algo que prefiere verse así--, pero puso de manifiesto la ausencia de un modelo de juego, de un estilo que ya quedó patente en Pinto y en Parla. En esos dos encuentros de pretemporada, los chavales de la cantera dieron ejemplo al resto de la plantilla, que se piensa que tiene todo el camino hecho.
La ventaja de haber sufrido el pasado año es algo que debería extasiar al Lega, que ni deja a los rivales "con botellas de oxígeno", ni construye con criterio en el último cuarto de campo. Juli sigue luchando por alto balones imposibles que serían idóneos para Llorente, Carew o cualquier gigantón que no tenemos hasta que Aníbal vuelva a hacerse con un sitio en la delantera.
Me cuesta pensar en ese 'Lega' campeón que se vio en Butarque hasta el pasado mes de febrero. La ilusión se ha triplicado y los socios también. Los corazones blanquiazules que siempre se adelantan al futuro para imaginar en su cabeza esa celebración, ese ascenso, ese salto que acabe con el olvido de un club que merece jugar en Segunda. Soñar es gratis. Soñemos.
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