lunes, 18 de enero de 2010

El abuso de poder



El abuso de poder fue uno de los males endémicos en la sociedad española de principios de siglo. Se agravó --ya saben ustedes-- con el tirano que utilizó España en su favor durante cuarenta años y que ha dejado una sociedad algo atrasada en este sentido. Curas y guardias bebían sin pagar en la taberna del pueblo y los militares recibían halagos sólo por el sitio que ocupaban. Las autoridades eran incontestables, y no les faltaba mano que les frotase la espalda. El problema es que ese abuso de poder intimidaba al resto, al desamparo de la protección.

Se pedía respeto para ellos, pero ¿quién respeta al que está al otro lado? Ayer pasó lo mismo en Butarque. El colegiado Alexander Alemán Pérez se propuso ser protagonista, algo que le hubiera salido mejor de estar en Primera o Segunda División, algo que jamás llegará a conseguir por su incapacidad como director de orquesta. Imagino que el delegado federativo que estuviera en la grada vio semejante despropósito, osadía y malgusto por el fútbol. Un deporte al que el señor árbitro no habrá jugado en su vida, y al que seguramente no tenga aprecio alguno.

Hasta entonces, las cosas le habían ido más o menos bien al Leganés. Se adelantó con un gran gol de Carlos Martínez --no hacen falta palabras-- y dejó al aire sus faltas de concetración en las jugadas a balón parado. Un córner permitió al conjunto manchego sacar un centro en el costado derecho que acabó en un soberbio testarazo de Javi Hernández. El empate (1-1) enfrío el envite, que ganó en grados en los segundos 45 minutos. Fue el momento del árbitro, que tenía alguna cuenta pendiente con el Lega para hacer tal desaguisado.

Expulsó a García Granero por "poner el balón en juego sin su permiso" teniendo ya una tarjeta amarilla previa de una leve falta. Igual le ocurrió a Iván Zarandona. El hispano guineano le dijo al árbitro: "No me digas que le vas a echar por esa gilipollez" y también acabó en la caseta. El '18' del Lega, que trataba de defender al nuevo fichaje pepinero, no terminaba de creérselo. Ahí fue cuando el Leganés sacó la casta y aguantó el tipo como pudo. El empate era una catedral muy difícil de construir, pese a que estuvieran los cimientos. La pesadilla se quedó en 1-4. Parece ser que el Leganés deberá luchar, no sólo contra sus rivales, para subir a Segunda.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ojala se muera el puto enano canario ese