viernes, 6 de agosto de 2010

Raúl Moreno y Quini dicen adiós


Casi tres meses después de la llegada de Paco Belmonte a la dirección deportiva del Club Deportivo Leganés, el equipo ha sufrido un importante proceso de remodelación. Tanto es así que tengo la sensación de que ha sido descuartizado. Agustín Vara, ese entrenador que estuvo a punto de obrar el milagro, se conformaba con “dos o tres retoques” si hubiera continuado. Bien, el Lega de hoy sólo cuenta con Mario, Chupe y Guzmán como caras conocidas del pasado curso.

Este proceso de murcianización del que venimos hablando se acrecentó esta semana con el adiós del gran capitán, Raúl Moreno, y del máximo goleador del equipo, Quini. Dos ausencias que han estado marcadas por diferentes condicionantes. El portero no quería marcharse, pero el Lega le abrió las puertas y le enseñó el camino. El ariete, que firmó 20 dianas en la temporada anterior, provocó su salida y así se lo hizo saber al club al pagar su cláusula de rescisión.

Ambos jugarán en Segunda. Raúl Moreno, en contra de sus sentimientos, pero obligado por su alta ficha anual y las contrataciones de Falcón y ‘Pulpo’ Romero. Por su parte, Quini buscó un hueco en su amado Alcorcón, el mismo equipo en que militó en la temporada 2004/05 y donde se reencontrará con Carlos Martínez y Bermúdez.

“Llego con el propósito de hacer crecer a la institución, de respetar el trabajo anterior y de respetar a la ciudad de Leganés”, eso dijo Belmonte el 19 de mayo en su presentación ante medios y peñas. Ahora todo se envuelve en incógnitas, en versiones y discusiones sobre el valor de los nuevos fichajes, en saber si el proyecto está en vías de éxito o, por el contrario, pone en peligro el estigma pepinero. Hablar por hablar, fichar por fichar.

Me consta que los salarios de las caras nuevas rebajan casi en la mitad los que había, incluso que Luis Ángel Duque valora positivamente el trabajo de Belmonte, pero me cuesta pensar cuál ha sido el detonante o qué ha llevado a Felipe Moreno a dar el bastón de mando al joven periodista murciano. En fin, me quedaré con aquella consigna que tanto suena por las gradas españolas… “Los jugadores se van, quedan los sentimientos”,

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