Foto: ElgoldeMadriz
El Leganés no sabe dónde va. Nueva derrota en Alcalá y dos puntos de colchón respecto al descenso. Suenan las alarmas y la afición balancea su estado de ánimo. El equipo de Carlos Orúe repitió partitura en Alcalá y recurrió a una pobre propuesta, encallada en su miedo a pisar el campo contrario. Varapalo mayúsculo en el Virgen del Val que se tradujo en un 2-0, con penalti fallado incluido en su contra. El Lega es carne de cañón, no pierdan de vista este dato. Lo del Marino, producto de su imaginación.
Sobre las cinco de la tarde, muchos de los que no pudimos presenciar el partido, decidimos parapetarnos de la información apagando nuestros móviles. Dos horas después, sólo quedaba esperar para verlo en diferido en LaOtra, ese canal que siempre echa al Castilla aunque juegue el Bayern de Múnich en la Comunidad de Madrid. En ese momento, con la ilusión de cada domingo, el Lega ya había perdido el partido, había vuelto a hincar la rodilla. El cuerpo a cuerpo que mantuve con mis uñas no tenía sentido. Me lo habría ahorrado seguro.
Y lo hubiera preferido después del exacerbado conformismo, de la desconfianza y los complejos que tiene la plantilla y el banquillo, aficionado por decreto ley a cambiar a Víctor, el único que ayer quería bajar el balón al suelo. Da igual todo esto. La temporada no tiene más recorrido que el que quiera y pueda Paco Belmonte de aquí a mañana. El mercado de fichajes puede acercar el milagro. Sino, mantegan junto al carné del Lega una estampita de la Virgen de Butarque. Buenas tardes.
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