Cuestión de principios

Garrido en el momento del gol. FOTO: CD.Leganés

El Lega es como esa novia que regatea tus besos, que ni siquiera te da la mano cuando estás en el cine, pero que aprovecha la despedida en el coche para plantarte un beso que jamás olvidas. Ayer, ante el Castilla, el Leganés fue esa novia esquiva, que rehusa apegarse a la condescendencia y que consigue sacar lo peor de los aficionados. Mira si me duele, pero Iván Zarandona hace tiempo que acabó con el beneplácito de la grada.

Al 'negro' la gente le quiere fuera, algo que no comparto. La defensa sigue recibiendo palos y el centro del campo es esa isla maravillosa un tanto desconocida. Lo que está claro es que el Leganés no juega un comino al fútbol y eso duele. El pundonor de última hora del acostumbrado goleador Garrido nos dejó buen sabor de boca, el corazón en un puño, y una vuelta a casa medio contenta, sabiendo que podía haber sido mucho peor.

Pero como tantas otras veces, el tiempo enfría los pensamientos y el empate --el peor de los males-- sigue siendo un resultado que no vale, que nadie hubiera firmado antes de empezar el partido y que viene precedido de otros dos reveses en Alcalá y Vecindario. El Lega ayer ganó un punto en el tiempo de descuento, pero perdió a buena parte de su afición. Como diría Gruocho Marx..."estos son mis principios, si a usted no le gustan tengo otros".