jueves, 17 de noviembre de 2011

Carlos Orúe acepta el desafío


Cuando parecía que Miguel Álvarez iba a morir en el trono, al calor de sus principios y arropado por la tranquilidad de su conciencia, la corona ya estaba en manos de otro. Carlos Orúe es, desde las últimas horas del martes, el nuevo entrenador del Club Deportivo Leganés. Las 12 jornadas sin ganar, pese a las sensaciones positivas que transmitía este equipo, han sido una losa para el técnico jienense.

La impaciencia del fútbol como condición inherente al nuevo negocio, no premia siempre al buen trabajador. Miguel Álvarez ha dejado un poso en la afición pepinera que será difícil de olvidar. Una persona que enamora, que te envida desde las palabras; pero que te gana con los hechos. Lamentablemente esta vez, no hubo perdices, ni finales felices.

¿Quién le iba a decir a Miguel que dejaría el club después de remontar al Oviedo? Incluso cuando el club casi le renueva semanas después de los primeros tropiezos… Podíamos hablar entonces de una injusticia deportiva en toda regla. He ahí la premura de Felipe Moreno porque Paco Belmonte sacara a la luz su ‘plan B’. El director deportivo ni siquiera lo tenía esbozado, aunque el empate ante el Rayo aceleró los acontecimientos.

Felipe salía de Butarque con cara de niño ilusionado. Era una pose para no dejar ver que algo le quemaba por dentro. Desde las 20.45 horas del pasado domingo afronta su momento más delicado en el Leganés. Su gestión en la entidad ha sufrido un proceso inverso a sus méritos. Cuanto mejor hacia las cosas, la clasificación se recrudecía cada lunes.

¿La solución? Carlos Orúe. Un perro viejo de la Segunda B con un currículo suculento; en donde los medios no son impedimento para alcanzar un fin. Entrenó entre otros al Cádiz, Rayo Vallecano, Ciudad de Murcia, Ceuta y Xerez, al que ascendió a Segunda. Un nuevo desafío para el gaditano; quien se convierte en el octavo entrenador de la era ‘Felipe Moreno’.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Álvarez ha dejado un poso porque es una buena persona. Demasiado buenazo, diría yo. Pero como ganemos al patadón y con un entrenador que despierte instintos asesinos en sus jugadores, muchos se van a olvidar del jogo bonito estilo Barça. Y eso es un hecho.