El Lega llora de alegría - Foto: Vanesa Corchado
Cada uno puede encontrar el éxtasis en lo que quiera. Pasa igual que con la felicidad e incluso con el modelo futbolístico. Para algunos el misticismo se alcanza con una novela de Kundera, con un cubalibre o con un concierto de U2 (o todas las cosas juntas). Yo ayer reclamé a los cielos mi cuota de delirio y me la devolvió en forma de cabezazo. Un gol que espantó el miedo, el de la remontada, ése mismo que --en el resto de la temporada-- le hubieran marcado al Lega.
Ayer no, ayer la historia fue distinta. Y lo fue porque el equipo cambió de actitud en la segunda parte, por la propuesta más directa (pero necesaria) y por la valentía de Rico, que acertó con los tres cambios. Chupe y Ballesteros marcaron; y Canario dejó claro que se escurre a las mil maravillas. Se envidó a grande, sin rémoras al juego del rival, y el dios fútbol premio al Lega. Nono y Mata perdonaron el tercero del Rayo y los pepineros, volcados en el área rival, acabaron gozando de alegría.
Portazo a las dudas y abrazos sin contención. Abrazos de gol, como diría Hernán*, abrazos de amor, de sentimiento, de rabia; un zumo de sensaciones que premiaba a los 300 jabatos que animaron desde la grada. Ya era hora, por cierto. Se acababa un domingo con la satisfacción de que se había hecho justicia (por lo menos por todo lo que hemos pasado) y se abría de par en par la ventana de la ilusión. "Pues... a lo mejor podemos pelear por la Copa del Rey". Lo dijo Alberto Madera en mi coche, de vuelta a casa. Eso es lo que hace grande al Lega, que nunca tuvo límites para soñar.
*Hernán Montoro es un seguidor del Lega que vive en Argentina. Puedes ver su peculiar historia en su museo personal: http://www.mundopepinero.com.ar/
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