Agua en el Tartiere

                     

El Lega fue agua en el Tartiere. Adalid del regalo defensivo, el equipo de Pablo Alfaro entregó su alma al diablo antes de lo que hubiera deseado. Tras la primera media hora, con Dioni al acecho y buscando la contra para sobrevivir, el Leganés hincó la rodilla sin miramientos ni fútbol. Sin alternativas para hacer cosquillas al Real Oviedo. Había dudas de su equipo en la capital del Principado, pues el Lega las disipó todos. Espaldarazo a los carbayones y tambaleo pepinero. Vaya domingo.

El primer gol, obra de Señé, sacó a la luz las 'miserias defensivas', agravadas por la ausencia de Corona. Mora no alcanzó a taparle y Carmona se tiró por un barranco, entiéndanme. El lateral catalán terminó por condenar a los suyos con la tarjeta roja en el primer minuto de la segunda mitad. Quizá algo excesiva, pero susceptible para que puedan enseñarte el túnel de vestuarios.Ahí se acabó todo. No hubo noticias del Lega, perdido en la construcción y obsesionado por quitarse el balón de encima. 

Los asturianos, sin el bueno de Manu Busto, cerraron su plácido partido con dos goles más de Cervero y Óscar Martínez, éste último cortesía de la casa pepinera. Los ovetenses tiraron por tierra las previsiones de los periodistas locales, que veían al Lega como futura carne de 'play-off'. Me extrañaba su inconsciencia, seguramente habían catalogado al Leganés por el peso de su escudo, el calificativo 'obligado' de candidato al ascenso. Eso eran otros tiempos. "Que al menos no lo pasemos mal", le pidió Felipe Moreno a Miguel Melgar cuando pergeñaron el proyecto en junio de este año. Por ahí nos moveremos.