El partido de ayer pone de manifiesto la evidente mejoría del Club Deportivo Leganés. El equipo ha automatizado una forma de jugar, más 'atractiva' de lo esperado y sobre todo, mantiene una actitud machacona, insaciable durante los 90 minutos. Señoras y señores, con todos ustedes: el sello 'Pablo Alfaro'. El Lega empató en Vallecas (2-2) con el filial del Rayo en un partido que bien pudiera representar una campaña de Gauss invertida. Todo se condensó al comienzo y al final.
Cuerva y Rida --silbado por su ex afición-- pusieron el 2-0 nada más empezar, después de dos ocasiones pepineras que apunto estuvieron de cambiar el guión de este bisoño derbi madrileño. Sin embargo, tuvo que ser la expulsión de Ismael, el portero franjirrojo, el detonante que despertase al Leganés. Penalti y a la caseta. Carlos Martínez acortó desde los once metros y, a partir de ahí, batalla contra el muro y las rápidas contras de los pupilos de Jimeno. Así fue el resto del partido: velocidad a la espalda de los locales y acercamientos fríos del Lega, que había apostado por Robert (me encanta este chaval), en lugar de Dioni, con dolor de muelas.
Pero la historia cambió en el minuto 90, como más le gusta al futbolero de pro, con una falta al borde del área. Nico Cháfer se adueño del balón e incluso Óscar Vega ofreció su candidatura al maestro de Llerena. Carlos Martínez no plegó las velas y la pegó abajo, ajustadita al palo. Más propio del billar que del fútbol áspero de Segunda B. Cuarto gol de la temporada para el '7' del Lega y empate a dos. Un punto de oro, alguno menos de los que se llevó Batres en su cabeza. Qué buena noticia que el ex atlético esté de vuelta al fútbol. ¿El 'play-off'? Lo dejamos para el próximo capítulo.
FOTO/CDL- Carlos Martínez antes de lanzar el penalti:
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