No hay teoría más válida en el fútbol que los goles. Nada que se pueda comparar con el irrefutable poder del marcador. Ese mismo que lleva dando la mano al Lega desde hace 12 jornadas. Ayer, en el Cerro del Espino, el equipo de Pablo Alfaro se mantuvo en la cresta de la ola, alargando bajo el sufrimiento su dulce momento. Así vive el Leganés este mes de enero, inspirado y aseado, convencido y preparado. ¿Preparado para qué? Precisamente para eso, para demostrar que ganar al Lega cada domingo resulta un trabajo de chinos para el oponente. Quizá en ese matiz radique el 'éxito' de estos chicos.
Sin tener que llamar a la puerta, Dioni fue capaz de derribarla justo antes del descanso. Un córner muy protestado por los rojiblancos acabó presto y delicioso en el segundo palo. Demasido fácil para un Dioni que ya se ha convertido en el máximo goleador del grupo. El malagueño, que corrió a dedicárselo a su míster, también fue vital en el segundo gol pepinero con un pase al más puro 'estilo Valerón'. Como si tuviese ojos en la espalda, la cedió a Batres para que sentenciase a sus ex compañeros. La ley del jugador que vuelve a casa, nunca falla.
Para entonces, los blanquiazules (ayer de verdinegro y pantalones blancos) se habían quedado con diez por expulsión de Óscar Vega. Más calor a la hoguera y el Lega subió la apuesta sin remilgos. Los pupilos de Alfredo Santaelena agobiaron la meta de Falcón los últimos diez minutos, pero el asedio tuvo final feliz, gracias entre otras cosas, a una excelente parada del maño en el tiempo añadido. Incluso la virgen de Butarque echó una mano a este Lega que no tiene miedo por desafiar a la lógica. Un equipo con mayúsculas, que anticipa --en un servidor-- las ganas de que llegue el próximo domingo.
FOTO: C.D.Leganés
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