Por un momento pensé que no era cierto. Otra vez en el filo de la navaja. El Lega empataba a cero y todos sus rivales ganaban, Las Palmas con remontada incluida. Eran las siete y cinco de la tarde. "¿Y... por qué siempre a nosotros?", me preguntaba un compañero de butaca, mártir, indolente, entregado a la causa, segundos después del larguerazo del Athletic B. Corría el minuto 62 y Butarque decidía quién se quedaba fuera del 'play-off'. Postigo, ocho minutos después, peinaba un balón y Velasco, con maestría, mandaba la angustia al otro barrio. Nada ni nadie impediría ya el merecido brindis.
No podía ser que el bueno de la película se quedara sin beso final (¡por enésima vez!), sin tan siquiera reparar en la goleada del Sestao, que pronto hizo perder la esperanza a la grada de Butarque. Móviles fuera y radios a media voz, que se jugaba la Liga el Atleti. Yo había llegado tarde al partido, algo sofocado por el calor y nervioso como si tuviera un examen. Sudor en las manos y menos uñas de lo habitual. Salí del trabajo pitando y alcancé la cuesta de Butarque escuchando a Rafa Quero, preso de rabia por no haber podido ver la salida de mi Lega al campo, pero con la bendición de escuchar un estadio que rugía como nunca.
Un estadio que desprendió aroma de gran cita. Eso es. Cerca de 7.000 espectadores disfrutaron de la cuarta clasificación del Lega para los 'play-offs' [segunda consecutiva] en los últimos seis años. Además de haber igualado la mejor puntuación de la historia, establecida el junio pasado con 70 puntos. Ahora empieza lo bueno. El Guijuelo será el primer rival, o mejor dicho, el único. "No son seis partidos, son dos". Así lo explicaba ayer Garitano en la rueda de prensa. Hay prudencia, pero hay mucho más hambre. El mismo que devora mis uñas cada final de mayo. "Ya tenemos el sobresaliente, ahora vamos a por la matrícula".
FOTO: CD Leganés
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